Leer y escribir en la
escuela: lo real, lo posible y lo necesario.
Delia Lerner
Investigadora de la Didáctica de la Lengua y la Literatura
Se puede afirmar que
las palabras leer y escribir han sido muy utilizadas por los educadores,
probablemente, son la función esencial de la educación obligatoria. Enseñar a leer y escribir es un desafío que
sobrepasa los límites de la alfabetización en su sentido pleno. El gran desafío
de la escuela actual es el de conseguir que todos los alumnos se incorporen a
la cultura de lo escrito. Ser partícipe de la cultura «supone apropiarse de una
tradición de lectura y escritura, supone asumir una herencia cultural que
involucra el ejercicio de diversas operaciones con los textos y la puesta en
acción de conocimientos sobre las relaciones entre los textos, etc».
Para conseguir este propósito,
se debe reconstruir la forma de enseñanza consiguiendo que los alumnos consigan
la respuesta a sus problema en los textos, que puedan resolver sus dudas o que
puedan comprender mejor algún aspecto del mundo en la cultura escrita. El objetivo
es hacer que la escuela sea un lugar «donde lectura y escritura sean prácticas
vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permiten
repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento, donde interpretar y
producir textos sean derechos que es legítimo ejercer y responsabilidades que
es necesario asumir.»
Lo real es que esto es
una tarea difícil ya que supone los objetivos que persigue la escuela al leer y
escribir son distintos de los que orienta la lectura y escritura fuera de la
misma y, al final, esto se debe evaluar en clase. Debemos disminuir la presión del
control para poder evaluar aprendizajes que antes no tenían lugar, como la opinión
de los alumnos, sin lugar a duda los parámetros que se evalúan son los que
dificultan esta práctica.
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